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Foto del escritorby Pep

UBUD: Viaje al interior de uno mismo


Es difícil dar más de dos pasos por cualquiera de las concurridas calles de Ubud sin encontrarse con las palabras "reiki", "yoga", "meditación" o "cura espiritual". Esta pequeña localidad del interior de Bali, cuna de artistas y artesanos y famosa por su paisaje de campos de arroz y sus templos de piedra, se ha convertido rápidamente en la meca de un turismo en alza: el que busca solucionar los pequeños grandes problemas de nuestra vida moderna (o, simplemente, el vacío que a veces deja) con técnicas tradicionales que trabajan desde y con la espiritualidad.

Restaurantes de comida orgánica, tiendas de ropa blanquísima y estudios de meditación y yoga se alternan con talleres de crecimiento espiritual, regresiones a vidas pasadas y otras terapias alternativas. Ubud parece haberse convertido en una Disneylandia de los seguidores de la New Age. Algunas terapias, como el yoga, la meditación o los masajes, tienen beneficios fácilmente comprobables y son seguras en el sentido de que nadie dudará de nuestra cordura cuando regresemos a casa hablando de ellas: de los maravillosos masajes balineses o de lo bien que se siente uno después de practicar yoga a diario durante una semana.

Otras, como la realineación de los chakras, los tratamientos de energía con cristal o las curas tradicionales balinesas, requieren algo más de arrojo al hablar de ellas una vez traspasada la frontera indonesia. Esta vez, me digo a mí mismo después de varios viajes a Bali, voy a probar suerte. La idea de hallarme ante una persona con presuntos poderes espirituales que me diga algo sobre mí mismo me provoca a la vez emoción, curiosidad y ganas de salir corriendo, algo parecido a cuando de niño hacía cola en la montaña rusa.

Ubud proviene del término balinés "ubad", que significa “medicina”. Mucho antes de que Julia Roberts pusiera de moda encontrar sentido a la vida y de paso novio en Ubud en su película Come, Reza y Ama, los balians, o curanderos balineses, han estado compartiendo su sabiduría ancestral con quien se haya interesado. Desde hace más de medio siglo, abundan los relatos de artistas que llegaban hasta aquí y quedaban impactados por la energía especial del lugar, instalando su campamento entre el paisaje de jungla y campos de arroz tan característico de la zona. El pintor español nacido en Manila, Antonio Blanco, fue uno de los primeros que llegaron a Ubud para quedarse en los año 50. Su casa museo aun puede visitarse en la isla.

Los balians tratan las heridas físicas y espirituales (a su entender conectadas) con una mezcla de meditación, pociones de hierbas caseras, acupuntura y psicoanálisis local. Imagina por ejemplo que tienes un dolor de tripa que no te abandona por un tiempo. El curandero intentará encontrar la causa emocional de ese dolor, el por qué tu cuerpo no se recupera por sí sólo y, además de aplicar su poción particular, puede que dé consejos espirituales, técnicas de acupuntura y una sesión de reequilibrio que desbloquee “el atasco emocional” que causa el dolor físico. Visto así, no parece tan excéntrico.

Pero entre los muchos curanderos y profesionales auténticos, también han llegado a Bali profesionales del engaño, que ven en esta ansia de buscar soluciones rápidas y fáciles a los problemas de la vida moderna una oportunidad de negocio. Algunos anuncios que prometen la “absorción de la energía chamánica de los volcanes sagrados” o “procesos de transformación armónicos”. Hay que ser precavido, pues se ha asentado en la ciudad toda una red de impostores que se ganan la vida a costa de la ingenuidad de los turistas con poca experiencia.

No cabe duda de que en Ubud se respira una atmósfera especial, ya sea magia, energía o serenidad que transmiten su paisaje y sus templos, y estoy convencido de que algunas experiencias espirituales que se practican en Ubud deben ser muy enriquecedoras. ¿Mi consejo?

Tener una mente abierta para adentrarse en el fascinante viaje al interior de uno mismo.


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